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RAÚL RAMÓN NAVARRO, EL CERROJO VERDE

Héroe eterno de los tres palos verdolagas por mística, jerarquía, pasión, rendimiento y por volver inmatible un arco que venía siendo vulnerado desde cualquier ángulo. Primer bicampeón como arquero de la historia. Hubo que esperar hasta David Ospina para ver al segundo. Con ustedes nada más y nada menos, que Raúl Ramón Navarro Paviatto, en una entrevista con Ramón Fernando Pinilla y Héctor Agudelo Álvarez.

Héroe eterno de los tres palos verdolagas por mística, jerarquía, pasión, rendimiento y por volver inmatible un arco que venía siendo vulnerado desde cualquier ángulo. Primer bicampeón como arquero de la historia. Hubo que esperar hasta David Ospina para ver al segundo. Con ustedes nada más y nada menos, que Raúl Ramón Navarro Paviatto, en una entrevista con Ramón Fernando Pinilla y Héctor Agudelo Álvarez.

¿Quién lo contactó para llegar a Nacional y por qué decidió venir al elenco verdolaga? Ramón Pinilla.

“Mi vinculación para Atlético Nacional fue a comienzos del 70 con la participación del señor José Curti como técnico y del Doctor Hernán Botero como Presidente del club. Tuve la suerte de participar en grandes equipos del club, tuvimos la suerte de integrar dos nóminas campeonas del rentado, varias subcampeones y participar en la Copa Libertadores”.

¿Qué siente por Nacional? Ramón Pinilla

“Atlético Nacional es la institución que más satisfacciones me entregó en la parte futbolística y en la parte afectiva y humana por el carisma que tenía su hinchada y sus dirigentes”.

¿Cuando llega a Medellín que encuentra en el entorno verdolaga? Ramón Pinilla.

“Encontré un equipo grande, pero sin éxitos en las temporadas anteriores. El club se reforzó y conmigo llegaron Tito Gómez, Oscar Cálics y otros jugadores colombianos con quienes logramos compenetrar una estructura muy fuerte como equipo y logramos en ese 1971 el subtítulo. Los cuadrangulares que jugamos en ese entonces contra el Santos de Pelé y el Benfica de Eusebio motivaron a la gente a creer en el equipo, ese elenco hizo que el público retornara al estadio y ese fue el puntapié inicial para que Atlético Nacional volviera a ser considerado un club grande”.

¿Encontraron en ese 1971 el conjuro de 17 años sin títulos y convertían a un Nacional de perdedor a ganador? Héctor Agudelo.

“Venía de ser último y no era tanto perdedor porque todos los equipos del mundo tienen malas temporadas. Campeón no se puede salir siempre y Nacional sí había pasado una temporada mala como la que había pasado anteriormente, pero tenía material para salir adelante. Por eso se conformó un buen equipo y lo más difícil fue convencer a la gente en poco tiempo de que estábamos para grandes cosas. A nos mentalizaron el Cuerpo Técnico y los dirigentes de la época de regresarle la confianza al público y afortunadamente lo pudimos lograr”.

Raúl, usted llegó precedido a Colombia de una buena fama a raíz de sus presentaciones con Huracán de Argentina. Precisamente en ese entonces, su país era cuna de arqueros. ¿Qué hizo que José Curti se fijara en usted para venir a Colombia? Héctor Agudelo.

“Yo tenía un pie puesto en el Málaga de España, pero no podía jugar por el cupo de extranjeros que existía en ese entonces y quedo parado tres meses por ese dilema. Cuando regreso a Buenos Aires me estaban esperando el profesor José Curti y el Doctor Hernán Botero para hacerme una oferta para jugar en Nacional, con el permiso de Huracán, de un torneo internacional corto a disputarse entre Botafogo, Santos, Ferencvaros de Hungría que era campeón de Europa, y esos equipos tenían muy buenos jugadores y yo jugué, me fue bien, la gente se entusiasmó con el equipo que se armó y de ahí participé en otro cuadrangular más en enero de 1970 y ahí agarré mucho cariño de los paisas que son muy solidarios y hospitalarios. Me encariñé con el club, con la hinchada y con mis compañeros, con quienes tuve una gran amistad, y resulta que fui a jugar un torneo de una semana y me quedé 30 años en Colombia, de los cuales jugué en Nacional por espacio de una década entre 1970 y 1979. Todo se lo debo a la gente por el afecto y el cariño que me brindaron”.

¿Cuáles eran sus características? ¿Qué clase de arquero era Raúl Navarro? Héctor Agudelo.

“En esa época se acostumbraba el arquero clásico, con mucha responsabilidad en la portería, con mucho manejo de defensa y tratando de entregar lo que uno tiene por una institución. Nosotros los porteros participamos poco del juego, pero cuando lo hacemos lo tenemos que hacer de la mejor forma posible, es decir, evitando los goles. Yo era un arquero de los clásicos al que le gustaba trabajar fuera del área como líbero, quitando balones. Tenía además como fuerte el juego aéreo y era bueno debajo de los tres palos”.

¿Había jugadores que por primera vez se encontraba en el fútbol: Campaz, Osorio, Moncada y Calics. ¿Cómo manejó esa línea de cuarto? Héctor Agudelo.

“Me adapté rápido al plantel porque era gente muy experimentada. Solamente Jorge Ortiz, quien reemplazó a Gilberto Osorio, era un benjamín. Todos sabíamos lo que queríamos y lo que jugábamos y nos entendíamos de memoria. Por ejemplo con el Toro Tamayo, que era delantero, mi saque lo dejaba solo y los hinchas decías, y yo considero que tenían razón, era medio gol. Tamayo buscaba el espacio y yo se la ponía en el pie y con mis manos porque con mis manos sacaba más allá de la media cancha. Esa jugada también la hice con Jorge Olmedo, con Jorge Peláez, con Palaveccino y varios más. Prácticamente nunca sacaba con el pie, pero con la mano salíamos jugando muy rápido”.

¿Era una virtud salir jugando rápido? Ramón Pinilla

“Claro que sí. Toda esa filosofía de juego de Atlético Nacional se inicia en la década del 70 con un gran equipo. Seguramente luego también tuvieron una identidad con otros grandes equipos donde militaron Asprilla, Leonel, Higuita, Aristizábal y demás que trascendieron al balompié internacional, pero ya para esos años de los setentas Nacional era un equipo ganador, con dirigentes que tenían afán de conseguir lo mejor dentro de su plantilla”.

Surgen muchas preguntas en este diálogo con un legendario arquero de Nacional como lo es Navarro. En el fútbol que se ve hoy, el arquero conforma un triángulo con los dos centrales, pero en su época de líbero y stopper se diseñaba una línea imaginaria entre el portero con esos centrales. ¿Cuál puede ser la diferencia? Ramón Pinilla.

“Creo que siempre se trabajó igual, pero la diferencia es que ahora se hace más cerca del área y antes se hacía más lejos del área. Un arquero para ser buen arquero tiene que tener manejo de la defensa y del equipo y saber cómo pararlo desde atrás. Esa triangulación de la que me habla, nosotros la hacíamos con Teófilo Campaz y Oscar Cálics. A veces, además, el número 5 tenía que tirarse atrás, olvidándose de la marca personal, para tapar los huecos que se podían tejer en la línea de centrales. De todos modos la evolución cambia los nombres, no las funciones. El portero es el que tiene que estar mentalizado de eso y saberlo hacer”.

Háblenos del subcampeonato que se consiguió en 1971… Ramón Pinilla.

“El año que despertó Nacional, luego de una mala racha, fue ese 1971. Tuvimos grandes satisfacciones y grandes alegrías. Todo estaba previsto para terminar en ese mismo año entre Nacional y Santa Fe con un campeón, pero nunca entendí por qué la final se postergó para el año siguiente. Nosotros veníamos jugando bien y llevábamos todas las de ganar porque estábamos practicando un buen fútbol y estábamos muy motivados. Lamentablemente esa para de 15 días nos perjudicó porque no llegamos en la parte física y anímica como corresponde para una final y perdimos el tercer partido ante Santa Fe en Cali, si mal no recuerdo, 3-2”.

El debut en Libertadores de Nacional fue en 1972 enfrentando a Santa Fe de Colombia y Rosario e Independiente de Argentina. ¿Cuál fue el concepto que se llevaron los argentinos de ese Nacional? Héctor Agudelo.

“Esa Copa nos tocó jugarla con dos equipos acostumbrados a jugar Libertadores. Era la primera que jugábamos, sin embargo no tuvimos miedo escénico. Respetamos a nuestros rivales y tratamos de jugar bien. No teníamos experiencia y eso pesó en contra, aunque los resultados no fueron del todo malos porque no perdimos por goleada como pensaban en Argentina. Con Rosario perdimos 2-1 por un autogol y con Independiente perdimos 2-0 en una noche que dimos ejemplo de fútbol, tanto, que se recibieron ofertas por el Toro Tamayo, por mi (dije que no porque me sentía muy cómodo en Atlético Nacional) y por Jorge Hugo Fernández. Fue la primera experiencia copera de Atlético Nacional, no con el éxito de una ruidosa participación, pero sí dejando un recuerdo bonito de haber representando bien al fútbol colombiano”.

¿Era genial Víctor Campaz? Ramón Pinilla.

“Para mí era uno de los mejores jugadores del fútbol del continente. Él fue excepcional. Si hoy Campaz aún estuviera participando en el balompié activo no estaría en Colombia sino en Europa. Lástima que en esa época no se le daba al futbolista colombiano la trascendencia con la que cuenta hoy. Tenía fuerza, gambeta, pegada y dribbling de cualquier época. No se puede comparar con ningún colombiano, ni argentino ni brasileño”.

¿Cómo recuerda el título de 1973? Ramón Pinilla.

“Ya estábamos más maduros porque habían llegado refuerzos muy buenos y eso nos facilitó las cosas. Fue un bonito título que conquistamos en Cali ante el Cali y que disfrutamos porque entendíamos que era el objetivo cumplido, aunque un poco más tarde de lo que lo pudimos lograr porque pudo haber llegado antes. Era una fiesta colectiva porque estaban unidos el periodismo, el equipo y la afición y así siempre se hacen más fáciles las cosas”.

¿Cuál fue el mejor equipo que enfrentó vistiendo la camiseta de Nacional? Héctor Agudelo.

“Estaban Deportivo Cali y Millonarios en su momento como los más importantes, pero la pelea nuestra siempre fue el elenco azucarero de la Sultana del Valle que estaba siempre muy bien conformado tanto por jugadores colombianos como la Mosca Caicedo, Willington Ortiz, Diego Umaña y demás, como los extranjeros como el Tigre Benítez, Néstor Scotta y tantos otros. Ellos mantenían como Nacional una base firme, y se incorporaban solamente dos jugadores y el colectivo sólido continuaba manteniendo el peso de su autoridad. Por eso ambos equipos mandaban en el torneo en la década del 70”.

¿Cuál fue el delantero más peligroso que enfrentó? Héctor Agudelo.

“Willington Ortiz. Te aparecía por el medio, por los costados y por cualquier lado. Te arrancaba desde el medio como desde las puntas. Y tenía una gambeta muy corta con una potencia fabulosa y sabía definir. Era completo y era el mejor”.

¿De qué manera vivía los clásicos? Héctor Agudelo.

“Los clásicos eran especiales. Tuve la suerte de jugar 42 amistosos y perdí uno solo, creo que fue el famoso juego en que Lóndero anotó 3 tantos. El resto los ganamos y los empatamos. Era una fiesta y espero que siga siendo una fiesta para la familia. La gente iba a las nueve o diez de la mañana, llevaban la comida y todo era fiesta. El resultado era la consecuencia de todo lo que se vivía durante esa semana previa al partido”.

¿Qué recuerda del triunfo en Brasil ante Cruzeiro? Ramón Pinilla.

“Fue lo máximo para nosotros porque aspirábamos a estar entre los primeros de la Copa Libertadores porque éramos un equipo más maduro y estábamos preparados mentalmente  de forma superior a las dos anteriores participaciones con refuerzos y gente de experiencia que nos daba a entender que podíamos hacer historia. De todos modos luego llegó la desilusión al perder con Vasco da Gama cuando un árbitro infame del Paraguay nos impidió llegar a la siguiente fase”.

¿Qué fue lo primero que hizo cuando llegó el título del 73? Ramón Pinilla.

“Dedicárselo a la hinchada del Atlético Nacional. No me canso de repetir que siempre vivo pendiente por internet y la prensa televisiva del desenvolvimiento del equipo porque a mí me marcó la hinchada del elenco verdolaga. Me dejó una huella grabada a fuego dentro de mi mente que siempre recuerdo porque el afecto, el cariño y la alegrñia con que siempre me trató es imposible olvidar. Jugábamos bien y nos pedían autógrafos, jugábamos regular y nos pedían autógrafos y jugábamos mal y también lo hacía, entregando siempre aliento y amor. Esa es la fortaleza que da una hinchada siempre a su equipo para mantenerlo siempre motivado y con deseos de defender la casaca”.

¿Fue Zubeldía el mejor técnico para Nacional? Ramón Pinilla.

“Indudablemente no solamente en Colombia, sino también en Argentina, Oswaldo Juan  Zubeldía impuso una forma de trabajar y se ganó un lugar entre los elegidos. Adecuó los trabajos a las condiciones del futbolista profesional y enseñó a conducirse por la vida a los futbolistas, a los periodistas y a los dirigentes. Tan grande era. Creo que fue un revolucionario para el fútbol moderno. Enseñó a integrarse, a cuidarse de la mejor forma para estar en las mejores condiciones y multiplicó su pensamiento en muchos de nosotros”.

En la década del 60 existía Lev Yashin, la Araña Negra, arquero de la Unión Soviética que vestía con pantaloneta y buzo de color negro. ¿Por qué usted también lo hizo así? Héctor Agudelo.

“Para esa década teníamos unos símbolos en el arco como Amadeo Carrizo que jugó en Colombia y a Yashin, que las pocas veces que lo veíamos por televisión no solo observábamos sus condiciones debajo de los tres palos sino además su vestimenta. Ellos dos lo hacían tan elegante que muchos la copiamos. Y esa indumentaria la usé hasta el último partido de mi vida porque entendí que a la gente le gustaba. Además estaba de moda el pelo largo y usaba una redecilla para que el pelo no me molestara para jugar”.

A la llegada de Zubeldía se le da más importancia al profesionalismo del jugador como tal dentro del papel que estaba cumpliendo dentro de la sociedad. Pero también implantó un sistema de juego que involucró el novedoso fuera de lugar para el fútbol colombiano. ¿Ese movimiento en qué y cómo lo comprometía a usted como arquero? Ramón Pinilla.

“El técnico ya estaba actualizado en esa estrategia y yo tenía que estar atento en los entrenamientos y luego en los partidos a los momentos en que se iba a hacer el paso adelante para provocar el fuera de juego. Teníamos códigos con señales que indicaban cuando la defensa salía y cuando no. Era un movimiento de tres o cuatro pases hacia delante para contrarrestar el pase en profundidad de algún volante a algún delantero y eso hacía que un jugador estuviera concentrado, especialmente el arquero, para no fallarle al equipo y no fallarle al trabajo semanal”.

¿Cómo fueron sus últimos momentos en Nacional? Héctor Agudelo.

“Fue doloroso aunque todos sabemos que eso ocurre. No podemos pretender quedarnos a vejestar en un equipo y no darle la oportunidad a otros como nos la dieron a nosotros. Uno se da cuenta que no está para las cosas que pide el club o que pide la hinchada. A mí me dolió dejar al Atlético Nacional aunque sabía que iba a llegar ese momento. A mí me ofrecieron hacerme despedida  con bombos y platillos en el estadio, pero les dije que me iba a emocionar mucho y que a lo mejor me quedaba y se me hacía más difícil dejar de jugar. Prefería dejar el fútbol de a poco en clubes que me importaran menos que Nacional como Millonarios y Tolima y nunca dejé de pensar que Nacional me lo había dado todo para mantenerme vigente un año más de fútbol”.

Existe un dato que lo inmortalizará. Es el único arquero verdolaga dos veces campeón en torneos largos con Nacional por campeonato colombiano… Ramón Pinilla.

“Siempre me he sentido orgulloso y emocionado y por eso doy gracias por que se me dejó cooperar  en esos grandes planteles que tuvo Atlético Nacional. Gracias a ese gran cariño de la hinchada es que aún tenemos la oportunidad de comentarle a las nuevas generaciones esas vivencias que tuvimos nosotros y que ya son leyenda del equipo más grande de Colombia”.

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