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HOMENAJE A LOS TRICAMPEONES

Atlético Nacional conquistó su tercer título de forma consecutiva, su primer tricampeonato de la historia, la estrella 14 y el título 22 de su frondosa vida, erigiéndose como el campeón más sagrado del fútbol colombiano. De inmediato, sus jugadores y su Cuerpo Técnico se instalaron en las paredes del Club. Crónica.

Por Ramón Fernando Pinilla H.
 

Atlético Nacional conquistó su tercer título de forma consecutiva, su primer tricampeonato de la historia, la estrella 14 y el título 22 de su frondosa vida, erigiéndose como el campeón más sagrado del fútbol colombiano. De inmediato, sus jugadores y su Cuerpo Técnico se instalaron en las paredes del Club. Crónica.

Por Ramón Fernando Pinilla H.
 
Lo de Atlético Nacional parece no tener fin: consiguió su primer tricampeonato de la historia, clasificó nuevamente a la Libertadores, participará en la Sudamericana y ahora defenderá un tricampeonato en Liga y un bicampeonato en Copa. ¿Algo más? Sí. Llegó a 14 estrellas y con 22 vueltas olímpicas totales no hay quien lo iguale en el rentado doméstico en títulos. Todo un manjar para una afición que se codea con sus éxitos.
 
Tras vencer a Junior en un final dramático y cobrar revancha de aquella final de 2004 cuando los tiburones triunfaron de igual manera, los verdes ubicaron este grupo deportivo y este Cuerpo Técnico en el escalón más alto de la historia Verdolaga, equiparándose con la gesta de la vuelta en la Libertadores. Con disciplina, seriedad, trabajo, identidad y tolerancia, 30 hombres acaban de hacer historia e instalarse para siempre en las paredes de la Institución.
 
El equipo que lo tuvo todo, variantes, fútbol lujoso, pelota detenida, transiciones hacia adelante y hacia atrás, juego colectivo y a ras de piso, circulación de pelota, amplitud del terreno de juego, goles, sistema defensivo confiable, desmarques de ruptura, ambición, sorpresa y títulos, dio otra vuelta olímpica y su público no para de gritar campeón. Con seis títulos en los últimos dos años, el verde acaba de conseguir la era más fructífera de la historia del fútbol patrio y consiguió algo difícil de igualar. Y con tantas vueltas olímpicas soñadas, inició el 2014 con festín unipersonal que verdaderamente debe lastimar a quienes están por fuera de la fiesta.
 
Atlético Nacional da seminarios permanentes de cómo lo que se entrena da puntos y hasta títulos. Esa jugada en el último minuto de John Valoy es el trabajo de la semana, aunque digan que fue casualidad, quizás para intentar empañar un título que no merece crónicas sino canciones. Estos jugadores interpretan de forma excelente la partitura perfecta de cuando el profesor Juan Carlos Osorio los manda a la escena. Se trata sin dudas de un equipo, que con cualquier combinación de jugadores posible, en la mayoría de los casos le gana a los equipos que vienen a jugar en treinta metros y replegados muy atrás, cuando eso en tiempos anteriores era un boleto al triunfo para los visitantes en el Atanasio Girardot. Reivindica la vieja escuela verde de jugar de la misma forma en cualquier latitud con la filosofía intacta de querer jugar y posiblemente mediante esa vía la victoria llegará en un porcentaje más alto que por otro sendero.
 
Osorio se confirmó como un hombre que es capaz de convocar, de dirigir y alinear a un grupo detrás de un objetivo. Acaba de conseguir otro laurel y es el de aquella persona que nunca escuchó salir de su vestuario una queja o una crítica en dos años. ¡¡¡DOS AÑOS!!! En el fútbol moderno parece inverosímil pensar que el manejo tan acertado del grupo bajo un mismo proceso y una misma identidad, tenga tanto tiempo de duración y que parezca aun más, que la receta no parece agotada, sino que por el contrario, necesita de más adeptos para seguir intentando la gloria. Este risaraldanse parece haber encontrado su sitio en el mundo y a pesar de haber recibido ofertas de otros países, siente que la historia le puede a la chequera y que la gloria es inmensamente superior al vil metal. El lugar que ocupa lo hace feliz, y la visión que tiene lo compromete a estar.

Para llegar hasta allí, tuvo que sortear situaciones, porque definitivamente no fue fácil. Principalmente la de aprender a hablarle a jugadores consagrados, a futbolistas por consagrar y a juveniles de la base, con la transparencia de un guía que no se confunde en las bifurcaciones y siempre tiene una palabra a la mano con la que convence a la gente de sus decisiones. Aún más, es un técnico que no solo explica su mecanismo, sino que enseña con el mismo.

El estadio se va a estallar. Los rostros de cada hincha de Nacional quieren encontrar cómplices cercanos, que los hay por montones, y por eso las miradas delatan un mismo sentimiento. Muchos ojos se reúnen en un lugar común: la felicidad. Los abrazos le dan la bienvenida al tricampeón. ¿Quién en el Club tendrá que blanquear las paredes para que llegue la banda de Osorio? Al publicista le tocará idear el mural, al de mercadeo, venderlo, al Presidente elegir la fecha, a los visitantes, a futuro, admirar y apreciar la gesta.

Siguen pasando las imágenes a mil por hora en el retrovisor de la mente. ¿Por qué tanta gloria? ¿Acaso porque cuando Osorio transmite su calma, alivia la presión y eso ayuda a ganar? Es que nunca se mostró preocupado por una lesión de un jugador importante, que las hubo muchas en este semestre (Bernal, Díaz, Medina, Calle, Martínez, Duque, Henríquez) más allá de la situación personal del afectado y podríamos entender ese detalle como la transmisión de un mensaje de confianza enorme al reemplazante.

Ahora, la mayor parte de la gloria recae en quienes juegan, sin dudas. No fueron ajenos al compromiso de saber profundamente qué tipo de gente representaron y se mimetizaron con los colores del nacionalismo. Henríquez me levanta del asiento muy temprano, parece que Nacional es una tromba. Parece que a Junior le volverán a entrar todos los de 2004. La estampida del grito la siente el cuadro tiburón y creo enormemente en que el segundo va a llegar. Una opción, dos opciones más y nada. El verde tiene la pelota, Tiene la confianza. Junior está nocaut, pero haciéndole honor a esa tierra del boxeo, saca un golpe de la nada y empata el partido. 1-1. Otra vez de ceros.
El verde siente el golpe. No reacciona. Toloza tiene otra ocasión más que se va por encima de la casa de Armani. ¿Le podrían regalar ese arco a Franco Armani? 

 

 

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