El más grande capitán de la historia, ganador de tres conquistas internacionales, todas traídas a la ciudad desde afuera del departamento. La Libertadores desde Bogotá y las interamericanas desde México y Costa Rica. El único que lo hizo en la historia. Dirigió al equipo en las principales victorias, y también en algunas de las derrotas más trascendentales como ante Milán, Gremio y Boca Juniors, que también hacen a Nacional más grande porque no solo se es gigante por lo que se gana, sino también por lo que se pierde. En Colombia ganó el título en 1991 y 1994, y fue subcampeón en 88, 90 y 92. Aprendimos en el camino, “Maestro”, las heridas que cicatrizamos juntos (Intercontinental, Recopa, Libertadores, y varias ligas colombianas) nos hicieron encontrar, sin darnos cuenta, en un lugar de respeto por los triunfos y las derrotas que fortalecieron el camino de los héroes.
García era el colega de todos. Sacaba al equipo desde atrás, pero también era el penúltimo pase de Nacional antes de llegar a la red contraria. Manejaba al verde con los ojos vendados. Todos eran sus socios, tenía técnica en el manejo de la pelota, tocaba y se asociaba de primera, era venenoso en los últimos 25 metros de la cancha. Se entendía con “Chonto” por derecha o Villa o Gómez por izquierda. Colaboraba en marca, era quien creaba junto a Fajardo y servía en bandeja los tantos a los arietes verdes, desde Tréllez y Galeano, hasta Ángel y Muñoz, pasando por Arango, Aristizábal, Asprilla y demás. En tiempos en que la economía explotaba, existían crisis políticas, narcotráfico y toques de queda, había además un capitán que tenía predilección por traer coronas al Valle de Aburrá, dejando 5 en las vitrinas.
En esos tiempos de súper exposición Verdolaga a nivel internacional (7 Supercopas, 6 Libertadores, 2 Interamericanas, 1 Intercontinental, 1 Recopa), encontramos que Maturana fue al fútbol Verdolaga desde las ideas, lo que Alexis García desde los pies. Allí está su mejor calificación. Porque Nacional jugaba al ritmo que Alexis imprimía desde su gran capacidad conductora. Cuando el equipo en 1991 en el torneo local iba por mal camino y estaba cerca de la eliminación estando por fuera de los ocho, fue ácidamente autocrítico en una reunión interna entre futbolistas y reorientó el camino para llegar a la estrella. También, si el Maestro detectaba que alguien debía surfear un problema personal, allí estaba él con su tabla de salvación para tirar una soga.
Desde la llegada de Alexis García a Nacional en 1987, el equipo ganó en tres frentes: fútbol, métodos y gloria. Once años duró dando cátedra en nuestro equipo, el cual entre su llegada y su salida, pasó de ser un participante a ser el más grande. Todo sintetizado en aquél histórico partido de semifinales de Libertadores del 89 en que “El Maestro” abrió la cuenta ante Danubio para completarle luego, con Uzuriaga y Niver, un set a los uruguayos en la vuelta. Los ojos como los recuerdos le pertenecen a quien los hace brillar y si nos ponemos serios, Nacional aprendió a mirar al continente, a través de la vista de su “Maestro”. Solamente dos jugadores lo superan en partidos jugados con esta camiseta. En tiempos del éxodo de jugadores colombianos al balompié internacional, demostró pertenencia. Un grande en la cancha y fuera de ella. Pasaron 18 años desde la partida del gran Capitán. Sigue siendo la baja más importante de la historia.
