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SORBO DE LA COPA POSTOBÓN

La coronación ante su público fue linda tras un torneo en el que solamente perdió una vez en 18 fechas y en el que en las últimas ocho jornadas de eliminación directa no perdió nunca, empató dos juegos y ganó seis. Merecimientos absolutos.

Por Ramón Fernando Pinilla Hurtado.
 

La coronación ante su público fue linda tras un torneo en el que solamente perdió una vez en 18 fechas y en el que en las últimas ocho jornadas de eliminación directa no perdió nunca, empató dos juegos y ganó seis. Merecimientos absolutos.

Por Ramón Fernando Pinilla Hurtado.
 

Atlético Nacional provocó nuevamente el delirio popular ganando no solo la Copa Postobón sino también la clasificación a la Copa Sudamericana de 2013. Con el triunfo 2-0 ante Deportivo Pasto, mediante anotaciones conseguidas por el delantero Fernando Uribe y el volante Juan David Valencia, ambas en el período complementario, los verdolagas consiguieron su título número 18 de la historia y ason los más ganadores de nuestro territorio.
 

Con la conquista de la Copa Postobón, el torneo alterno del balompié patrio, y tras haber ganado la Superliga Postobón en este mismo semestre, los verdes ahora van por la triple corona cuando con su participación en cuadrangulares fortalezcan su historia.
 

Los futbolistas de Atlético Nacional, bicampeones en el mismo semestre, algo impensado en la historia del balompié colombiano, vivieron la noche del 7 de noviembre una jornada bastante especial al triunfar en la Copa Postobón con el frenesí con el público, la fiesta en el Atanasio Girardot, la premiación, las simpatías con el entorno y una nueva vuelta olímpica, que le entregaron a estos jugadores el exquisito manjar de la eternidad. 

Ahora, superados los dos torneos ya ganados y que reposan en las vitrinas de la Institución, la meta es la triple corona ganando la Liga Postobón y dejando una huella profunda en nuestro rentado. La gente de Atlético Nacional acudió al llamado que se hizo desde la Institución Verdolaga para brindar un entorno de apoyo total a su equipo y eso ayudó en la conquista de una nueva luminaria para el firmamento más estrellado del balompié colombiano.
 

Los hinchas verdolagas fueron llegando poco a poco al Atanasio Girardot y se dejaron contagiar de la felicidad extrema que se sintió cuando Macnelly Torres el capitán alzó la corona número 18 de la historia. 

Felicitaciones a todos los hinchas del elenco más laureado de nuestro territorio y gracias por semejante obra como la de ayer que hizo erizar la piel del plantel profesional, el Cuerpo Técnico, la Institución y todos sus allegados. En Colombia se gritó nuevamente Nacional Campeón, un alarido repetitivo que no nos cansamos de largar.

SUPERLIGA POSTOBÓN DE COLOMBIA

Atlético Nacional ganó la primera Superliga Postobón el 22 de julio de 2012 tras vencer en ida y vuelta a Junior de Barranquilla por un marcador global de 6-1. Tras el 3-1 obtenido en la ida en el Metropolitano, los verdes ganaron, gustaron y golearon en su casa y rubricaron una nueva gloria en su afamado salón de copas con un 3-0 que sentenció totalmente a favor el nuevo campeonato alterno de Colombia.

Atlético Nacional ganó la primera Superliga Postobón el 22 de julio de 2012 tras vencer en ida y vuelta a Junior de Barranquilla por un marcador global de 6-1. Tras el 3-1 obtenido en la ida en el Metropolitano, los verdes ganaron, gustaron y golearon en su casa y rubricaron una nueva gloria en su afamado salón de copas con un 3-0 que sentenció totalmente a favor el nuevo campeonato alterno de Colombia.

Jefferson Duque, recién llegado de Deportivo Rionegro y John Freddy Pajoy, fueron las figuras incuestionables del nuevo título que ya reposa en las vitrinas nacionalistas de un equipo que tuvo además en Avilés Hurtado, Macnelly Torres, Cristian Bonilla y Alexander Mejía a figuras incuestionables de la nueva leyenda nacionalista.

Un dato para la anécdota quedó en el partido en Barranquilla cuando los dos arqueros de Nacional se lesionaron en el mismo partido y tanto Gastón Pezzuti como Franco Armani no pudieron sentenciar en Medellín una nueva vuelta olímpica, al menos jugando el compromiso. Juan Carlos Osorio, en apenas dos meses, consiguió su primer título para los verdes de la montaña que con 17 en su historial son los que más veces tocaron el cielo con las manos en Colombia.

2011-I: El verde es el campeón,

Atlético Nacional coronó otro semestre de leyenda y subió a la vitrina otra copa más para su largo prontuario de festejos. El escudo más bordado del balompié colombiano, sumó 11 vueltas olímpicas nacionales y 5 internacionales para alcanzar una categoría mítica. Reviva con nosotros la historia de un título que festejó un país futbolero.

Atlético Nacional coronó otro semestre de leyenda y subió a la vitrina otra copa más para su largo prontuario de festejos. El escudo más bordado del balompié colombiano, sumó 11 vueltas olímpicas nacionales y 5 internacionales para alcanzar una categoría mítica. Reviva con nosotros la historia de un título que festejó un país futbolero.

El verde es el campeón, una vuelta más. Nos espera la Copa Libertadores de América 2012. El fin de un camino coronado de gloria colombiana. La revancha de unas últimas 3 participaciones (2000, 2006 y 2008) que no entregaron el plus de históricas para Nacional, sino simplemente de trámite. El torneo por excelencia del nacionalismo, regresa el año entrante gracias a un puñado de jugadores que dirigidos por Santiago Escobar encontraron el tesoro en una lucha de igual a igual que les terminó favoreciendo.

El verde es el campeón, una vuelta más. La rueda de los jugadores en el medio de la cancha solo está en el recuerdo de quienes tuvimos la ocasión de estar en el estadio aquella noche gloriosa del 18 de junio de 2011. La vuelta olímpica acabó y la basura propia que quedó del festejo fue apilada en 5 volquetas. La calma regresó a su sitio y ahora la mente dibuja mejores pasos para el futuro Verdolaga. Pero el éxtasis de aquella noche en que Gastón Pezzuti se recibió de héroe gigantesco de la mitología nacionalista no se olvida jamás. GP32 en la fantástica noche de la coronación, obtuvo el cartón de intocable en Atlético Nacional. Porque con el paso del tiempo en sus dos cortos años de carrera en el elenco Verdolaga, fue recibiendo cada vez más responsabilidades, él se las calzó sin temores y de su liderazgo partieron las mejores ideas y los mejores propósitos.

Seguramente Pezzuti se convirtió en la figura de todos porque hubo sufrimiento. Que el arquero se convierta en el héroe de la lucha significa indefectiblemente que el corazón se aceleró. Que las palpitaciones aumentaron. Que la sangre hirvió de otra forma. Pero vencer sin peligro es triunfar sin gloria. Por esa razón una parte de la leyenda le corresponde al hombre que llegó para acabar con 30 años de historias en Nacional sin campeón extranjero en el arco. Desde Lorenzo Carrabs en 1981. Pezzuti en la serie de penaltis ante Equidad, compró el pasaje sin retorno hacia el lugar a donde viajan las deidades verdolagas de todos los tiempos.

El verde es el campeón, una vuelta más. Aunque perfecta desde lo numérico (fue el equipo que más puntos realizó en el semestre), no está mal decir que la respuesta futbolística del equipo ofreció cambios sustanciales durante el desarrollo del torneo. Nacional hacía sufrir y sufría por parejo. Era picante en ofensiva, pero ofrecía respuestas endebles en defensa, por eso fue uno de los equipos que más goles recibió durante el torneo. Entre sus méritos, de los muchos que tuvo, habrá que anotar su permanente vocación protagónica (fue el equipo que generó más situaciones de gol en el semestre), la eficiencia de su tridente ofensivo (Pabón. Rentería y Mac10) y la eficacia con que sus juveniles se insertaron en Primera para ganarse un espacio por cualidades propias en los diferentes sectores del campo de juego.

El verde es el campeón, una vuelta más. Nacional, jugando por momentos bien, mal o regular, pero sin permitirse disminuir los niveles de entrega, siempre fue al frente. Buscó esas victorias con fiereza y firmeza. Y las consiguió por encima de sus defectos crónicos y de impactos anímicos como la pérdida de puntos ante Cartagena. Además de esa situación adversa, los verdes sufrieron otros flagelos en el semestre que les perturbaron la mente como las seis fechas de sanción a los menores, el castigo con dos partidos a puerta cerrada, por momentos observamos una evidente persecución arbitral que hizo mover el teclado presidencial para frenar tanta injusticia (siete penaltis en contra en ocho partidos), las novelas para conseguir estadio fueron difíciles de maniobrar, jugar en 5 escenarios diferentes de locales (Atanasio, Ditaires, Polideportivo, Cúcuta y Guarne) fue un insulto a nuestra afición, prohibir el desplazamiento de la afición a otras ciudades perjudicó notoriamente y hasta los hinchas pagaron el precio más alto de la historia por una popular: $90.000 en Techo. De todo eso se repuso Nacional, apoyado por su pueblo, lo que habla a las claras de la grandeza de ambos.

Allí apareció el fabuloso Cuerpo Técnico para surfear las turbulencias de la crisis que tuvo a Nacional sin clasificarse a Cuartos de Final por espacio de varias fechas: ni ante Cartagena, ni ante Tolima ni contra Quindío. Solamente ante Pereira a falta de una fecha para concluir el torneo. Y eso que venía de ser líder y de convertirse en el favorito de todos. La personalidad de sus principales figuras soportó todo para llegar al sitio que los instaló en la historia Verdolaga.

El verde es el campeón, una vuelta más. Ya en la recta final de seis partidos, ida y vuelta en tres instancias definitivas como Cuartos, Semifinales y Final, podía suceder cualquier cosa. Ninguno la tuvo fácil. Y entonces aparecieron aspectos a favor que durante tantos torneos estuvieron en contra. Las expulsiones corrieron por cuenta de otros equipos, las lesiones fueron para los demás y las sanciones perjudicaron a terceros. Debido a esto, a Tolima le costó mostrar su mejor nivel, Cali perdió fluidez en su circuito futbolero y Equidad limitó sus opciones por culpa de un técnico temeroso del que nos extrañaron sus actitudes en Techo y el Atanasio. Hasta Caldas sufrió por la otra llave para armar su mejor nómina. Nacional sabía que no estaba muerto ni mucho menos, que a pesar de tantos vaivenes en contra, tenía materia prima para suplir las adversidades y contaba además con un técnico que cultivó el equilibrio, que jamás se sintió campeón antes de tiempo y que lo dijo cuantas veces pudo. La mejor noticia de esos días era que, pese a resignar varias fortalezas (la localía, la contundencia en ataque, los juveniles con la selección), se mantenía entre los favoritos.

Nacional estaba agazapado. No le sobraba nada, pero tampoco tenía menos que nadie. Insertado entre Tolima y Caldas, los favoritos de todos, no era el candidato con mayor presión, aunque ya sabía lo que se siente. De hecho, en los últimos partidos acusó el impacto de tener el protagonismo de todos permanente ante el triunfo en Bogotá contra Millonarios. Avisaba de la mejor forma, que venía pidiendo pista. Se hacía muy fuerte de local, ganó 8 partidos en el Atanasio de 9 que disputó, sumó confianza y fichas anímicas con las victorias en ambos clásicos, Sachi le inyectó mística e identidad al plantel y tenía en vena a Rentería, Pabón y Macnelly. Remar con ese tridente ofensivo, repleto de mística y personalidad, se hizo más fácil.

De esta forma, Nacional logró con el paso del tiempo y los partidos, lo que parecía imposible: depender de sí mismo. Eso fue bastante. Más allá de su fútbol intermitente, la mini-racha de varios juegos sin perder hasta alcanzar la punta tras el asalto a Bogotá, le devolvió la confianza. Tomó un envión anímico y cargó el tanque con un combustible rico en potencia: la hermandad.

El verdes es el campeón, una vuelta más. Otro título para Santiago Escobar en Nacional. De nuevo en compañía de Galeano y ahora con Ángel como PF, Sachi entregó mística, jerarquía y modificó el comportamiento de un plantel aburguesado al que le sacó piezas claves y le sumó obreros, ofreciéndoles la oportunidad de concluir en epopeya. Sachi es un técnico de excepción. Sin dudas, integra el lote de los más grandes que hayan pasado por la Institución. Arquitecto del destino de las Divisiones Menores, Escobar amalgamó varias piezas nuevas al deseo de todos y potenció el rendimiento de un equipo que llegó a la estrella 11 de su historia. Definitivamente, Escobar es un técnico con códigos que no pasa nunca  primero por el periodismo que por los jugadores, que sostiene la palabra frente a todos, que dirige y ordena desde la sugerencia y no desde la imposición y por eso tiene eco en el vestuario.

Jugador más, crack menos, los 25 elegidos por Sachi más los juveniles permitieron ilusionarse con un gran torneo desde el principio. Las principales individualidades, tanto para defender, generar juego o definir, llegaron en óptimo nivel futbolístico. La misión de Escobar fue la de moldear un equipo de identidad firme con semejante materia prima. Parecía fácil, pero no lo era. Y el primero en saberlo fue Santiago, que no dudó en arriesgar su propio mito. “Miren miren a Santiago, mírenlo como se ve, dirigiendo desde el banco, con el corazón de Andrés”, deben ser unas palabras que le retumban cada noche en su cabeza tras todo lo que se tuvo que superar y las cosas que tuvieron que pasar para que esa entonación se repitiera seis años después con fervor.

El verdes es el campeón, una vuelta más. Carlos Rentería vino y demostró que el área es su hábitat natural. Acomodó allí su sala y es el lugar de su casa donde más cómodo se siente. Conquistó el Botín de Oro y nos regaló goles de título siendo goleador del campeonato como lo habían hecho solamente Carlos Gambina en 1954, Víctor Aristizábal en 2005 y Sergio Galván en 2007. Enarboló la bandera de la contundencia y fue otro que cambió pitos por aplausos demostrando lo grande que es, un jugador que pivotea y protege la pelota como pocos, que sabe encontrar espacios donde no los hay, que repentiza en una baldosa y que tiene una notable capacidad de anticipación en los diez metros más calientes del área.

Poco a poco a partir de tantos buenos rendimientos individuales, el fútbol de Nacional se hizo indestructible en el Atanasio en donde logró 24 de 27 puntos, y de local más el triunfo ante Itagüí en la Sede, con Cali en Cúcuta y el empate con Quindío en Ditaires. Por fuera del cobijo de su gente, proponía fútbol siempre y ganaba o perdía, pero siempre quería ser más. Ganó en Neiva, en Bogotá, igualó en la capital con Equidad y Santa Fe y perdió los demás. Pero se quedó al final con el orgullo de quedar en paz con la historia.

El verde es el campeón, una vuelta más. Otro que no desentonó fue Macnelly Torres. Vino un solo semestre y dio personalidad. Nacional con él fue diferente. Mejoró ostensiblemente su llegada al arco del frente. Fue un Nacional más asociado, de menos pelotazos, con mayor elaboración, con mayor gusto en el trato de la pelota. Fue un Nacional superior, gracias a la personalidad del jugador costeño. Porque sabe qué es ganar y lo contagia. Porque entiende el mecanismo del juego y si bien se equivoca, atina en muchas partes de su juego y por eso asistió 13 veces a sus compañeros para anotar, de sus pies salieron 9 prepases de gol, cobró 8 faltas que concluyeron con el balón en la red y anotó cinco tantos. Una producción realmente envidiable. Sin lugar a dudas Macnelly prestigió la plantilla de Nacional por su juego y su fina intuición para olfatear flancos vulnerables. Cuando duela su ausencia, florecerán las anécdotas y los recuerdos. Por fútbol o tenacidad, abría puertas que para otros estuvieron vedadas. Su recuerdo perdurará para siempre porque de su temperamento Nacional se transformó de un equipo potencial a un equipo en potencia. Cristalizó una antigua forma de jugar del verde y cuando se le venían los plazos al equipo encima, fue el generador de las ideas que llevaron a Nacional a tener un hombre que puso pases de gol cuando más se necesitaban: en la final. El momento delicado en que se necesita de todo y de todos. Puso serenidad y mensajes certeros como tratándose de un elegido. Esa cuota superior de compromiso y rendimiento a la altura de la cotización.

El verde es el campeón, una vuelta más. Los papelitos del día de la final ya cayeron y fueron recogidos. Las imágenes de la tribuna cantando como poseída por el espíritu de la historia, quedó grabada en la memoria colectiva. La vuelta olímpica de los jugadores y sus familias fue un hecho genuino que brilló en la noche de la coronación. La garganta ya está cansada de gritar. Los ojos molestos de llorar, la mente asediada de tantas alegrías, el corazón irritado de tanta euforia. Es momento de pensar en el futuro: pero qué futuro si el presente es ya. Sí, es ya, pero el futuro obliga. Obliga a que recordemos esta noche pensando firmemente en que todo se puede volver a repetir. Para gloria conjunta del equipo que más celebra en Colombia.

1954: El bautizo

De la mano de Humberto “Turrón” Álvarez, el cuadro verdolaga vencía a Independiente Medellín 1-0 en la última fecha y daba la vuelta olímpica frente a su tradicional rival. Había acabado de concluir la famosa Época del Dorado que trajo tantas figuras a nuestro balompié y los verdes conseguían su primera estrella en Colombia. El torneo arrancaba de la mejor forma para los dirigidos por el argentino Fernando Paternóster. Las primeras 16 fechas del campeonato, los verdolagas estuvieron invictos, hasta el partido contra Boca Juniors donde se perdió el juego, no el destino. Se trataba de la única derrota del campeón en ese año. De un campeón que comenzó a mostrarle el destino a las nuevas fgeneraciones de jugadores que se pusieron semejante camiseta.

Y con “Turrón” jugaban algunos ídolos inolvidables del firmamento verdolaga como Gabriel Mejía, Ulises Terra, Atilio Miotti (primer extranjero en la historia de Nacional), Hernán Escobar, Nicolás Gianastasio, Ignacio Calle, Domingo Alberto Pepe, Miguel Angel Zazzini, Casimiro Avalos, y el goleador Carlos Gambina quien con 21 tantos llevó a Atlético Nacional a la cúspide del torneo patrio por primera vez en la historia. Era también la primera ocasión en que un jugador verdolaga quedaba como cañonero del rentado. De esta forma el Atlético Nacional hacía su bautizo como campeón del fútbol colombiano. Ya todos sabemos que luego vendrían los demás sacramentos del principal equipo colombiano de todos los tiempos.

1973: Caía el viacrusis

Y desde aquellas épocas el paladar del hincha verdolaga se convirtió en el gusto por el buen fútbol, por el buen trato de la pelota y por la perfecta elaboración de jugadas ataque para ganar y gustarle a la gente.

Y desde aquellas épocas el paladar del hincha verdolaga se convirtió en el gusto por el buen fútbol, por el buen trato de la pelota y por la perfecta elaboración de jugadas ataque para ganar y gustarle a la gente.
Era un equipo que ganaba en cualquier cancha. Tenía experiencia en sus jugadores, jerarquía en sus líderes, astucia en sus individualidades y potencia en su columna vertebral. Por donde se mirara a ese equipos, estaba dos escalones más arriba que el resto de sus oponentes y por eso consiguió no solo el título, sino que por primera vez en nuestra historia, lo hizo por fuera de Medellín y en un reducto ingobernable como el Pascual Guerrero de Cali. Tonificaban una linda historia para Nacional: ganar en cualquier latitud, y ante cualquier camiseta.
Y no era para menos. Con solo mencionar los nombres de aquella gesta, el lector de estas letras debería sacarse el sombrero: Gerardo Moncada, Gilberto Salgado, Tito Gómez, Abel Álvarez, Francisco Maturana, Teofilo Campaz, Víctor Campaz, Hugo Horacio Lóndero, Raúl Navarro, Jorge Hugo Fernández y Gustavo Santa. De pie señores.
Nacional conquistaba el título el domingo 16 de diciembre gracias a un triunfo en Cali ante Deportivo Cali con gol de título para Hugo Horacio Lóndero a los 20 minutos de la parte complementaria. Por primera y única vez en la historia el cuadro verdolaga daba la vuelta en el estadio Pascual Guerrero. Se terminaban casi dos décadas de sufrimiento. 20 años infames para el sentimiento verdolaga que a partir de esa fecha nunca dejó de celebrar.

1976: La triple corona

Gracias, especialmente, a la mística que le imprimió al equipo (y al fútbol colombiano) un sabio llegado de argentina para dirigir al campeón: Oswaldo Juan Zubeldía.
“El Troesma” llegó en agosto a Nacional, lo encontró del décimo puesto para atrás, le descubrió las debilidades, le potenció las virtudes y en cuatro meses lo sacó campeón. Un grande en toda la dimensión de la palabra. Como lo necesitaba Atlético Nacional para pulir su historia. Como lo requería la historia verdolaga.

Gracias, especialmente, a la mística que le imprimió al equipo (y al fútbol colombiano) un sabio llegado de argentina para dirigir al campeón: Oswaldo Juan Zubeldía.
“El Troesma” llegó en agosto a Nacional, lo encontró del décimo puesto para atrás, le descubrió las debilidades, le potenció las virtudes y en cuatro meses lo sacó campeón. Un grande en toda la dimensión de la palabra. Como lo necesitaba Atlético Nacional para pulir su historia. Como lo requería la historia verdolaga.
Nombres como los de Jorge Ortiz, Eduardo Julián Retat, Jorge Olmedo, Gerardo Moncada, Francisco Maturana, Iván Darío Castañeda, Eduardo Emilio Vilarete, Gilberto Salgado, Ramón César Bóveda, Hugo Horacio Lóndero, Raúl Navarro yy Jorge Peláez nunca serán olvidados por los aficionados verdolagas, especialmente aquellos nacidos entre 1960 y 1970. Porquer fueron ellos lo que tuvieron la fortuna de observar a uno de los mejores nacionales de todos los tiempos. Y para la historia registraron un hecho sin precedentes en el fútbol colombiano: en menos de 18 horas llenaron dos estadios, uno el Palogrande en Manizales el día del título, y dos el Atanasio Girardot para ovacionar a los campeones el lunes siguiente. Y si a eso se le suma que también se abarrotaron en el aeropuerto Enrique Olaya Herrera, podemos decir a ciencia cierta que desde hace mucho tiempo, Atlético Nacional es el club más popular del fútbol patrio.

1981: Tetracampeón

Con jugadores inolvidables como César Cueto, Hernán Darío Herrera y Lorenzo Carrabs, además de Pedro Sarmiento, Héctor Dragonetti, Guillermo La Rosa, Luis Fernando López, Carlos Maya, Víctor Luna y Eduardo Vilarete, más el famoso “Kinder de Zubeldía”, que era el mote con que nombraban a los jóvenes talentos verdolagas que apenas hacían sus primero pinitos en el fútbol colombiano como Norberto Peluffo, Carlos Ricaurte, Gabriel Jaime Gómez y otros más, los verdes llegaban al olimpo del balompié nacional y los miraban a todos desde arriba.

Con jugadores inolvidables como César Cueto, Hernán Darío Herrera y Lorenzo Carrabs, además de Pedro Sarmiento, Héctor Dragonetti, Guillermo La Rosa, Luis Fernando López, Carlos Maya, Víctor Luna y Eduardo Vilarete, más el famoso “Kinder de Zubeldía”, que era el mote con que nombraban a los jóvenes talentos verdolagas que apenas hacían sus primero pinitos en el fútbol colombiano como Norberto Peluffo, Carlos Ricaurte, Gabriel Jaime Gómez y otros más, los verdes llegaban al olimpo del balompié nacional y los miraban a todos desde arriba.
Gracias a una victoria 1-0 ante América de Cali en el Atanasio Girardot, mediante gol de cabeza de Pedro Juan Ibagüen ante cobro de tiro de esquina de César Cueto, los verdolagas sacaron a pasear el carro de bomberos por toda la ciudad que enloquecida vitoreó a sus ídolos. Para la historia quedó registrada la pierna izquierda del mejor jugador que se ha vestido de verde: César Cueto.

1991: Solo Colombianos

“Bolillo” le impuso temple y personalidad al equipo y Nacional, que a seis fechas del octogonal estaba eliminado, puso garra y coraje para encasillar 18 fechas históricas que terminaron con la coronación luego de dos cuadrangulares complicados.

“Bolillo” le impuso temple y personalidad al equipo y Nacional, que a seis fechas del octogonal estaba eliminado, puso garra y coraje para encasillar 18 fechas históricas que terminaron con la coronación luego de dos cuadrangulares complicados.
Con jugadores de la talla de Andrés Escobar, Giovannis Cassiani, Diego Osorio, León Villa, Luis Fernando Herrera, Omar Franco, Gabriel Jaime Gómez, Ricardo Pérez, Mauricio Serna, Alexis García, Luis Alfonso Fajardo, John Jairo Tréllez, Rubén Darío Hernández, más la exquisita aparición de la dupla más recordada de la historia de Nacional conformada nada ni nada menos que por Faustino Asprilla y Víctor Hugo Aristizábal, los verdes se ceñían una nueva corona al escudo y catapultaban la alegría de le gente que festejó el título sin parar.
Merced a una victoria por marcador de 2-1, nuevamente ante América de Cali, y gracias a dos anotaciones conseguidas por Alexis García de penalti y Luis Alfonso Fajardo de soberbio disparo, se pudo voltear un marcador adverso a favor de América y despedir el año con un nuevo título que tiene precisión calendaria en el 20 de diciembre de 1991. Si a todo esto se le suma que con esto se despidió al doctor Gabriel Ochoa Uribe de la dirección técnica en el fútbol, el logro trasciende aún más. Nacional era pentacampeón. Su pueblo no paraba de celebrar.

1994: El título de René

Poco a poco se fue conformando una nómina interesante. Y Nacional iniciaba con pie derecho su participación. Campeón del torneo Apertura, del Finalización, del primer cuadrangular y del segundo cuadrangular, hecho que solamente había realizado en una ocasión América de Cali. Los verdes ganaron todo lo que jugaron y se coronaron campeones el 19 de diciembre de 1994 gracias a un gol agónico de Juan Pablo Ángel ante Medellín.

Poco a poco se fue conformando una nómina interesante. Y Nacional iniciaba con pie derecho su participación. Campeón del torneo Apertura, del Finalización, del primer cuadrangular y del segundo cuadrangular, hecho que solamente había realizado en una ocasión América de Cali. Los verdes ganaron todo lo que jugaron y se coronaron campeones el 19 de diciembre de 1994 gracias a un gol agónico de Juan Pablo Ángel ante Medellín.
Y entre los monstruos de aquella faena estaba nada más ni nada menos que René Higuita quien conseguía su único título colombiano luego de pasar un año tras las rejas, soportar la muerte dolorosa de Andrés Escobar, observar el retiro por amenazas de Gabriel Jaime Gómez y regresar para decir que era el mejor. Además de él, estaban Nixon Perea, Víctor Marulanda, Edgar Cataño, Víctor Aristizábal, Alex Comas, Daladier Ceballos, Luis Fernando Herrera, Mauricio Serna, Alexis García, José Fernando Santa y Alirio Serna, entre otros.
Nacional bajaba del firmamento su sexta corona, la colgaba del escudo y acostumbraba a sus feligreses a celebrar a menudo. Nuevamente con solo colombianos, los verdolagas daban la vuelta olímpica frente a sus seguidores y sus rivales, y se mimetizaba de leyenda.

1999: De nuevo ante América

Ya no existía la definición de cuadrangular todos contra todos sino que el campeón de junio se enfrentaba al campeón del Finalización. Y el campeón del torneo del segundo semestre fue Nacional, quien en una final apretada ante Independiente Medellín lo derrotó por marcador de 1-0 mediante tanto conseguido por Wílmer Ortegón, apeó a su tradicional rival de la final y ante América de Cali a partidos de ida y vuelta logró la séptima coronación de la historia.

Ya no existía la definición de cuadrangular todos contra todos sino que el campeón de junio se enfrentaba al campeón del Finalización. Y el campeón del torneo del segundo semestre fue Nacional, quien en una final apretada ante Independiente Medellín lo derrotó por marcador de 1-0 mediante tanto conseguido por Wílmer Ortegón, apeó a su tradicional rival de la final y ante América de Cali a partidos de ida y vuelta logró la séptima coronación de la historia.
El primer partido en Cali concluyó igualado a un gol y el tanto del empate providencial lo conquistó Oswaldo Mackenzie sobre la hora en el partido en el Pascual que tuvo en Miguel Calero al protagonista del partido en una jugada en la que “El Tigre” Castillo lo desbordaba para anotar el segundo tanto y el portero verdolaga lo derribaba fuera del área para ser expulsado. De no haberlo hecho, el título se quedaba en Cali.
Aparte de Calero, estaban jugadores como Robinson Martínez, Wílmer Ortegón, Ever Palacios, Pedro Álvarez, Víctor Marulanda, Leiner Orejuela, Alex Comas, Dúmar Rueda, Carlos Castro, Lucio España, Henry Zambrano y otros más. Todos ellos se encargaron al final del siglo de entregarle la corona al conjunto más representativo del balompié nacional en el siglo que se marchaba para siempre. Juntos, arañaron parte del espacio sideral y bajaron otro lucero para el escudo verdolaga.

2005-I: Héroes de leyenda

Ellos en compañía del argentino Hugo Morales, el venezolano Jorge Rojas, más Aquivaldo Mosquera, Humberto Mendoza, Andrés Saldarriaga, Camilo Zuñiga, Felipe Chará, Héctor Hurtado, Edixon Perea, José Amaya, Jair Rambal, Oscar Echeverry y Carlos Díaz, entre otros, llevaron al éxtasis a la afición más popular de Colombia y posibilitaron un carnaval sin precedentes en el país. Esa noche de junio de 2005 la ciudad enloqueció y el carnaval se presentó en cuanto sitio y esquina existiera en Medellín.

Ellos en compañía del argentino Hugo Morales, el venezolano Jorge Rojas, más Aquivaldo Mosquera, Humberto Mendoza, Andrés Saldarriaga, Camilo Zuñiga, Felipe Chará, Héctor Hurtado, Edixon Perea, José Amaya, Jair Rambal, Oscar Echeverry y Carlos Díaz, entre otros, llevaron al éxtasis a la afición más popular de Colombia y posibilitaron un carnaval sin precedentes en el país. Esa noche de junio de 2005 la ciudad enloqueció y el carnaval se presentó en cuanto sitio y esquina existiera en Medellín.
Bajo la sabia conducción de Santiago Escobar y Juan Jairo Galeano, Nacional llegaba a ocho coronas nacionales, se acercaba a América con doce y Millonarios con trece y lograba enterrar dos finales perdidas de forma consecutiva que herían profundamente el sentimiento verdolaga. La final contra Santa Fe fue una prueba fehaciente de la grandeza que había alcanzado el club puesto que para la final, por suspensiones y lesiones, los verdes no pudieron contar con siete jugadores titulares (Chará, expulsado en el 0-0 del partido de ida en Bogotá, Perea y Rojas por lesión, y Amaya, Hurtado, Mendoza y Mosquera por sanción) y con cinco elementos de los reservistas (Juan Carlos Mosquera, Hugo Soto, Robinson Muñoz, Carlos Álvarez, Cristian Marrugo) venció a un Santa Fe timorato que quería los penaltis para llevarse la gloria pero que a falta de 10 minutos para el final del partido se le complicó el destino cuando Carlos Díaz y Oscar Echeverry le entregaron a Nacional una nueva felicidad, la octava en su historia al embocar en el mismo arco de las alegrías del 99 y el 91, una nueva estrella patria.

2007-I: Se adelantó la novena

Desde antes había sido el artífice, en compañía del Presidente Víctor Hugo Marulanda Velásquez, del cambio que trascendía los maquillajes ocasionales de un torneo nuevo en disputa. Expuso sus ideas y comenzó a diferenciarse de sus antecesores.

Desde antes había sido el artífice, en compañía del Presidente Víctor Hugo Marulanda Velásquez, del cambio que trascendía los maquillajes ocasionales de un torneo nuevo en disputa. Expuso sus ideas y comenzó a diferenciarse de sus antecesores.
Se hizo amigo de los jugadores. Pero con rasgos de humildad y de colectividad como no permitir que los futbolistas llegaran por separado a los entrenamientos, sino todos juntos en el bus desde la sede administrativa. Sitio en donde todo el personal se encargaba de motivar diariamente a los jugadores, inyectándole a cada uno, ese toque de clima laboral perfecto que se vive por estos meses en la institución. El primer round estaba ganado. Su mensaje fue bien recibido, y pudo aposentarse en el escalón de confiabilidad y respeto que deben tener los guías naturales. Por eso se convirtió en un trasmisor de ideas desde la sugerencia. Convencido y convincente.
Y con esos ingredientes pudo armar un equipo que siempre supimos a qué jugaba. A ser generoso y solidario con el espectáculo. A progresar por abajo, a dejarse tentar por las triangulaciones. A agradar a la tribuna gracias a la forma en que se conquistaban los goles. A sorprender con el cambio de ritmo y las llegadas por el costado diferente a por donde se iniciaban las jugadas. A perforar por afuera y rematar desde adentro.
Y gracias a que Nacional no se traicionó durante el semestre, ni siquiera cuando las cartas llegaron mal barajadas tras la derrota en Armenia y el empate en el minuto 93 contra Pasto de local, se pudo llegar con fe al ascenso del rendimiento. Aquél lejano día de la fiesta de los 60 años contra América, cuando a pesar de tres lesiones (Galván, Murillo y Echeverri) Nacional ganó 4-0 y disparó su convicción. Y la feligresía.
Hasta llegar al día de los globos, las banderas y el éxtasis. La tarde-noche de los extintores, el papel picado, los gorros y algunas bengalas. Unos chorizos verdes y blancos que transformaron las tribunas del Atanasio en una pancarta verdolaga. Hasta que el temblor contagioso de las 17:21 del domingo 17 de junio nos invadió a todos, cuando Víctor Aristizábal asomó su cabeza por el túnel encabezando la última fila triunfal, hasta la fecha, de Atlético Nacional en su historia.
La historia dirá que apenas sobre la hora Nacional redondeó el título con el gol épico de Diego Toro que ya está en la videoteca de todo el pueblo verde. Seguramente no tendrá memoria para indicar que en los últimos 20 minutos Nacional se arrimó con peligro de gol en 8 ocasiones, mientras el Huila solamente llegó una vez. La ansiedad, la presión y la sed de leyenda no permitían ni pensar ni tener paciencia. El partido era para haberlo definido mucho antes. Por esas cosas del fútbol, solamente se pudo hacer a falta de 3 minutos para el final. Espacio pequeño para comenzar a festejar en grande. Para levantar la copa y brindar por tantas y tantas cosas.
Pero sobre todo por entender que no alcanzaba con saberse el mejor como en muchas ocasiones, sino que había que demostrarlo. Por ganar tres puntos cuando no había méritos para ganarlos, demostrando que la mística es propia de nuestra historia. Como antes, los partidos cerrados se resolvieron favorablemente, entregando ese plus de antaño que hacía que los hinchas fueran tranquilos a cualquier latitud. Por eso se instalaron en el escalón de las deidades verdolagas. Porque acaban de ingresar al hall de la fama labrando una bella historia. Nacional campeón 2007. De aquí a la eternidad.