fbpx

2007-I: Se adelantó la novena

Desde antes había sido el artífice, en compañía del Presidente Víctor Hugo Marulanda Velásquez, del cambio que trascendía los maquillajes ocasionales de un torneo nuevo en disputa. Expuso sus ideas y comenzó a diferenciarse de sus antecesores.

Desde antes había sido el artífice, en compañía del Presidente Víctor Hugo Marulanda Velásquez, del cambio que trascendía los maquillajes ocasionales de un torneo nuevo en disputa. Expuso sus ideas y comenzó a diferenciarse de sus antecesores.
Se hizo amigo de los jugadores. Pero con rasgos de humildad y de colectividad como no permitir que los futbolistas llegaran por separado a los entrenamientos, sino todos juntos en el bus desde la sede administrativa. Sitio en donde todo el personal se encargaba de motivar diariamente a los jugadores, inyectándole a cada uno, ese toque de clima laboral perfecto que se vive por estos meses en la institución. El primer round estaba ganado. Su mensaje fue bien recibido, y pudo aposentarse en el escalón de confiabilidad y respeto que deben tener los guías naturales. Por eso se convirtió en un trasmisor de ideas desde la sugerencia. Convencido y convincente.
Y con esos ingredientes pudo armar un equipo que siempre supimos a qué jugaba. A ser generoso y solidario con el espectáculo. A progresar por abajo, a dejarse tentar por las triangulaciones. A agradar a la tribuna gracias a la forma en que se conquistaban los goles. A sorprender con el cambio de ritmo y las llegadas por el costado diferente a por donde se iniciaban las jugadas. A perforar por afuera y rematar desde adentro.
Y gracias a que Nacional no se traicionó durante el semestre, ni siquiera cuando las cartas llegaron mal barajadas tras la derrota en Armenia y el empate en el minuto 93 contra Pasto de local, se pudo llegar con fe al ascenso del rendimiento. Aquél lejano día de la fiesta de los 60 años contra América, cuando a pesar de tres lesiones (Galván, Murillo y Echeverri) Nacional ganó 4-0 y disparó su convicción. Y la feligresía.
Hasta llegar al día de los globos, las banderas y el éxtasis. La tarde-noche de los extintores, el papel picado, los gorros y algunas bengalas. Unos chorizos verdes y blancos que transformaron las tribunas del Atanasio en una pancarta verdolaga. Hasta que el temblor contagioso de las 17:21 del domingo 17 de junio nos invadió a todos, cuando Víctor Aristizábal asomó su cabeza por el túnel encabezando la última fila triunfal, hasta la fecha, de Atlético Nacional en su historia.
La historia dirá que apenas sobre la hora Nacional redondeó el título con el gol épico de Diego Toro que ya está en la videoteca de todo el pueblo verde. Seguramente no tendrá memoria para indicar que en los últimos 20 minutos Nacional se arrimó con peligro de gol en 8 ocasiones, mientras el Huila solamente llegó una vez. La ansiedad, la presión y la sed de leyenda no permitían ni pensar ni tener paciencia. El partido era para haberlo definido mucho antes. Por esas cosas del fútbol, solamente se pudo hacer a falta de 3 minutos para el final. Espacio pequeño para comenzar a festejar en grande. Para levantar la copa y brindar por tantas y tantas cosas.
Pero sobre todo por entender que no alcanzaba con saberse el mejor como en muchas ocasiones, sino que había que demostrarlo. Por ganar tres puntos cuando no había méritos para ganarlos, demostrando que la mística es propia de nuestra historia. Como antes, los partidos cerrados se resolvieron favorablemente, entregando ese plus de antaño que hacía que los hinchas fueran tranquilos a cualquier latitud. Por eso se instalaron en el escalón de las deidades verdolagas. Porque acaban de ingresar al hall de la fama labrando una bella historia. Nacional campeón 2007. De aquí a la eternidad.

2007 II: Por fin Bicampeones

Luego de casi cabalgar el torneo regular con 38 puntos de 54 posibles, llegaron los cuadrangulares que comenzaron de la peor forma: Aristizábal lesionado el resto de su carrera deportiva y gol para el triunfo de Galván en clara posición adelantada que comenzó a tejer cualquier tipo de historias en contra de Nacional. Las telarañas obviamente las ponían los rivales, especialmente la prensa caleña y bogotana que se resistían a ver otra coronación nacionalista. Pero nunca tuvieron en cuenta que si a Nacional le dieron, también le quitaron.

Luego de casi cabalgar el torneo regular con 38 puntos de 54 posibles, llegaron los cuadrangulares que comenzaron de la peor forma: Aristizábal lesionado el resto de su carrera deportiva y gol para el triunfo de Galván en clara posición adelantada que comenzó a tejer cualquier tipo de historias en contra de Nacional. Las telarañas obviamente las ponían los rivales, especialmente la prensa caleña y bogotana que se resistían a ver otra coronación nacionalista. Pero nunca tuvieron en cuenta que si a Nacional le dieron, también le quitaron. ¿O acaso escucharon a alguien decir que antes del gol de Galván hubo penalti de Vanegas sobre Muñoz? Ninguno. La influencia de la suerte es igual a la de los árbitros: hoy te hace perder, mañana ganar. Lo que pasa con la suerte es que hay que buscarla al frente con criterio y no esperar a que favorezca atrás encerrados. Ahora, cuando se lesionó Aristizábal y los rivales creyeron que Nacional se venía abajo, el cuadro verdolaga dejó su impronta, ratificó su método, recreó su búsqueda y pateó el tablero de aquellos que sospechaban que el gigante iba a ser fisurado por el peso de las circunstancias adversas. Se equivocaron.

Nacional acostumbró a las Empresas Varias de Medellín a recoger la grandeza del club cada que concluye un semestre. Y toca agradecer porque nos tocó ser aficionados de un equipo en cuya paleta de colores no existen los grises. Todo es arco iris. Concluyó un año que no merece esta crónica sino que merece un canto. Y todos los hinchas decimos que la alegría la sentimos en el alma. Y es muy probable que la definición no resulte estrictamente académica. Ni nada técnica. Pero es rigurosamente exacta.

Todos estamos soñando el mejor sueño que nos podamos imaginar: el de la mágica realidad. Y se recuerda la fiesta de toda esa gente verdolaga a la que para dar todo les alcanza con casi nada. Por eso envolvieron en cuestión de 72 horas, dos estadios en un óvalo en populares, preferencias y orientales, con la pintura espectacular de los colores vigentes: el verde y el blanco. Y ahí es donde uno piensa que en la calle dicen que la barra de Nacional es la mejor. Pero se quedan cortos. Los hinchas están hoy por hoy con tanta gloria conjunta, motorizados a alentar en una especie de reflejo condicionado del fisiólogo Iván Pavlov, es decir, juega Nacional, hay que gritar.

Los gritos estaban cargados de felicidad y solo los escuchaba Dios. El único que escucha cuando habla el alma. Un equipo es una fuerza colectiva confiable, inteligente, sólida, equilibrada y capaz de imponer sus virtudes individuales aún en los pasajes desfavorables, mientras que un equipo inmaduro se equivoca donde no lo debe hacer (en las dos áreas), duda, se deja ganar por la inseguridad y no sabe como monitorear o poner en órbita un partido que viene torcido o se presenta complejo. Por eso tantos festejos en 2007. Nacional no ha necesitado un maquinista de emergencia porque la locomotora nunca estuvo fuera de control.

Ese equipo recuperó la auténtica mística verdolaga de ir tranquilo a cualquier cancha. Porque ganó partidos que venían torcidos como el de Cúcuta. Y por eso la afición de Nacional se mimetizó con una de las más impresionantes óperas de gratitud a sus colores y a sus jugadores en ese 19 de diciembre que entró en la memoria de todos. NACIONAL BICAMPEÓN. Pucha, ¡qué lindo suena! ¡¡¡ NACIONAL BICAMPEÓN!!!

1989: Nunca tan grandes

Cuando se le confió el equipo a Francisco Maturana en 1987 por su buena actuación con el Caldas en 1986 en el torneo patrio, y se le permitió tener un equipo de solamente colombianos como Higuita, Herrera, Cortina, Molina, Escobar, Villa, Pérez, García, Fajardo, Tréllez, Castaño, Galeano y otros más, todos pensaban en que el proceso demoraría cinco o seis años, para ¡SER CAMPEONES DE COLOMBIA!

Cuando se le confió el equipo a Francisco Maturana en 1987 por su buena actuación con el Caldas en 1986 en el torneo patrio, y se le permitió tener un equipo de solamente colombianos como Higuita, Herrera, Cortina, Molina, Escobar, Villa, Pérez, García, Fajardo, Tréllez, Castaño, Galeano y otros más, todos pensaban en que el proceso demoraría cinco o seis años, para ¡SER CAMPEONES DE COLOMBIA!
Y luego del subtítulo de 1988 y la posibilidad de participar en la Copa, nadie pensaba en el final feliz que terminó siendo esa versión copera, la número 40 de la historia denominada Copa “Revista El Gráfico” Libertadores de América. Porque para todos los aficionados verdolagas mayores de treinta y pico el hecho se convirtió en la panacea de sus vidas.
Poco a poco iban desfilando por el Atanasio Girardot los rivales. Y poco a poco caían miércoles tras miércoles. Los ecuatorianos Emelec y Deportivo Quito, Millonarios de Colombia, Racing de Avellaneda de Argentina, Danubio de Uruguay y Olimpia de Paraguay, este en Bogotá, vieron como la superioridad de los dirigidos por Francisco Maturana se llevaban para siempre la Copa y hacían delirar a una ciudad que nuevamente llenó dos estadios en menos de 15 horas, el propio y el de los rivales de ese tiempo, para demostrarle al continente que sí había quién ganara finales en Colombia, luego de 4 perdidas con los elencos del Valle.
Paso a paso, Nacional en primera ronda se enfrentó con Millonarios y los ecuatorianos. Tres empates en condición de visitantes (1-1 en Bogotá, 1-1 ante Emelec y 1-1 ante Deportivo Quito, le daban a Nacional la posibilidad de llegar a la segunda fase si conseguía al menos la mitad de sus puntos en casa, cosa que lograría al ganarle sus partidos a los ecuatorianos (2-1 a deportivo Quito y 3-1 a Emelec), sin importar la derrota 0-2 ante Millos.
En ese entonces pasaban los dos primeros equipos del cuadrangular y los verdes, al pasar de segundos, se enfrentaban con un ex campeón de la Libertadores en segunda ronda: Racing Club de Avellaneda en Argentina. Un 2-0 en el Atanasio mediante anotaciones de Tréllez y Villa, permitían ir al Cilindro Juan Domingo Perón de Avellaneda a manejar el partido. No era tan fácil porque los dirigidos por Alfio “El Coco” Basile por intermedio de Raúl Iglesias y Rubén Paz alcanzaron a igualar las acciones con un 2-0 que indicaba que la tortura de los penales estaba cerca. Claro que sobre el final del partido (min 39 del S.T) un puntazo de Felipe Pérez al ángulo superior izquierdo del “Pato” Fillol le entregaba el pase a Cuartos de Final al elenco colombiano. Sobre el final de ese partido, Basile fue visionario: “Nos ganó el campeón”.
Llegaba en Cuartos de Final el duelo de colombianos por disposición de la Conmebol que no permitía dos elencos de un mismo país en semifinales. Por eso verdolagas y azules se sacaron chispas en esos 180 minutos de juego en Medellín y Bogotá. El primer duelo en el Atanasio Girardot terminó con un cerrado 1-0 en favor de Nacional gracias a un tanto marcado por Albeiro Uzuriaga. Y cuando toda la prensa del país decía que en Bogotá Millonarios iba a triturar a Nacional por el demoledor ataque tenía (Iguarán, Juárez, Hernández y estrada), un 1-1 final le entregó el pase a semifinales al cuadro verdolaga. Esa noche capitalina, estrada hizo el 1-0 en favor de los Embajadores promediando la primera mitad. Todos en El Campín creían en goleada. Nacional se calmó, manejó los hilos del partido, no permitió más anotaciones azules y sobre el minuto 34 del segundo tiempo, tras una habilitación de León Villa, John Jairo Tréllez se las ingenió dentro del área para vencer a Goycochea. 1-1, eliminado Millonarios, Nacional dentro de los mejores 4 equipos del continente y a preparar la semifinal. Claro que antes Pimentel y compañía trataron de deslucir el triunfo verdolaga. Ya nada había que hacer. Inclusive en Millonarios había caballeros: “Doctor Maturana, fueron los mejores, ojalá ganen la Copa”. Las palabras no podían ser de otra persona que Arnoldo Iguarán.
Asomaba Danubio de Uruguay a quien se le sacaba un valioso empate en el Centenario de Montevideo a cero goles. Para el juego de regreso, como en el Atanasio Girardot ya se hacían remodelaciones de iluminación, el juego fue en tarde cívica decretada por el alcalde de entonces, fue a las 3:30 p.m. un miércoles. Y una de las mejores orquestas verdolagas de la historia tocó esa tarde en el Atanasio cuando Nacional venció a los charrúas por un insólito 6-0 para una semifinal de Libertadores. La tarde de la consagración del “Palomo” Uzuriaga quien con 4 tantos se deslizó por la cornisa de los más grandes y catapultó a los verdes a su primera final de la historia nada más ni nada menos que contra el Decano paraguayo Olimpia.
El primer partido en el estadio Defensores del Chaco a pesar de Nacional haber jugado un partido notable, concluyó 2-0 en favor de los paraguayos. Todo el continente daba como campeón a Olimpia. Nacional no podía jugar la final en el Atanasio Girardot porque el estadio en ese entonces no contaba con la capacidad suficiente para albergar una Libertadores. Así las cosas, entre Pereira, Cali y Manizales, la escuadra verdolaga se decidió por la capital de la república para ser la casa verde del último juego de la Libertadores de 1989.
Entonces comenzó tal vez, la mejor historia del Atlético Nacional en su historia cuando desde Medellín se desplazaron más de 30 mil hinchas verdes para presenciar la final ante Olimpia. El trasteo más grande de la historia del fútbol colombiano y quizás mundial, lo protagonizó la hinchada más popular de Colombia al enviar vía terrestre y aérea una flota de 30 mil personas incondicionales de la causa, y como en una Normandía contemporánea, pusieron al frente once corazones valientes que tenían como misión coronar el cerro más alto del balompié continental.
La noche en que El Campín pareció el Atanasio, será recordada por la carga emocional que le fue impregnada al espectáculo por ese ser imprevisible llamado fútbol. Quiso el destino que Nacional ganara el juego 2-0, el mismo marcador de Asunción, y que la lotería de los penales definiera al nuevo monarca. Y allí surgió la figura simbólica y emblemática del gran René Higuita, héroe perenne de los corazones verdolagas quien esa noche se colocó el disfraz de superhéroe y atajó todo para que Leonel Álvarez pudiera entregar, con el disparo número 18, el título y la gloria al aficionado verdolaga y al balompié criollo.
Francisco Maturana y sus muchachos lograban lo impensado. Higuita pasaba de ser futbolista a extraterrestre. Uzuriaga subía su cotización tan alto como su estatura. Y todos los aficionados verdolagas conocíamos por dentro la euforia futbolística. Ningún otro hincha en Colombia había sentido su corazón de esa forma. Nadie más conocía el pecho tan inflamado. Jamás un hincha al fútbol en nuestro país se había sentido tan orgulloso de su elección futbolera. Nacional era campeón de la Copa Libertadores de América. Y su pueblo también.

1997: Sin querer queriendo

Y para 1996 debía disputarse la Copa Interamericana entre el campeón suramericano (Gremio de Porto Alegre) y el Deportivo Saprissa de Costa Rica. Ante la renuncia de los brasileros por jugar la Copa, Nacional como subcampeón representó el fútbol suramericano en un único juego realizado en la capital tica. Un 3-2 a favor de Nacional sentenció el tercer título internacional para la escuadra colombiana que aún tenía en Alexis García al capitán de las conquistas que nunca defraudó ni en las peores tormentas.

Y para 1996 debía disputarse la Copa Interamericana entre el campeón suramericano (Gremio de Porto Alegre) y el Deportivo Saprissa de Costa Rica. Ante la renuncia de los brasileros por jugar la Copa, Nacional como subcampeón representó el fútbol suramericano en un único juego realizado en la capital tica. Un 3-2 a favor de Nacional sentenció el tercer título internacional para la escuadra colombiana que aún tenía en Alexis García al capitán de las conquistas que nunca defraudó ni en las peores tormentas.

2000: Dos Merconorte

La final esta vez fue contra Millonarios y también a doble juego en Medellín y Bogotá los verdes demostraban superioridad y se adjudicaban la quinta corona internacional de su historia demostrando que desde siempre los verdolagas son el equipo a mostrar por el fútbol colombiano en el exterior.

La final esta vez fue contra Millonarios y también a doble juego en Medellín y Bogotá los verdes demostraban superioridad y se adjudicaban la quinta corona internacional de su historia demostrando que desde siempre los verdolagas son el equipo a mostrar por el fútbol colombiano en el exterior.

1998: La primera Merconorte

La primera reunía equipos de Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela y Bolivia y la segunda de Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay y Argentina. A los primeros se uniría luego México.

La primera reunía equipos de Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela y Bolivia y la segunda de Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay y Argentina. A los primeros se uniría luego México.
Así las cosas, Nacional era invitado a la primera Merconorte (el torneo era por incitación y al él se invitaba los mejores equipos de cada país o los más grandes, es decir, Nacional, Cali, América y Millonarios por Colombia). Y la primera final de dicho torneo fue precisamente colombiana entre Nacional y Cali en partidos de ida y vuelta. Primero en Medellín Nacional derrotó a Cali por marcador de 3-1 y en Cali repitió la dosis esa vez por 1-0 para consagrarse por cuarta vez en su historia en el balompié internacional.